Por Ismael Sambra
ismaelsambra@nuevaprensalibre.com
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De la pasada IV Cumbre de Las Américas surgen alertas, entre las que
podemos considerar la importancia de defender la democracia, la cual requiere
constante atención, más ahora que han resucitado engendros clonados
del pasado comunista con el mismo cuento populista de justicia social para
luego esclavizar a los pueblos. Debemos actuar, porque aprovechándose
de la democracia sus enemigos celebraron con sobrados recursos económicos
la Anticumbre; es decir, la antidemocracia.
La Cumbre de Las Américas fue considerada exitosa, a pesar de los
largos y gastados discursos en su contra. De los 34 países participantes
5 disintieron y precisamente el Chávez de Venezuela fue de los principales
promotores y subvencionadores Anticumbre, aunque también se habla del
aporte Kitchner quien jugó en los dos equipos, aunque se sabe cual
es el equipo de su predilección.
Nos llamó la atención la parsimonia de Bush, quien a pesar de
las manifestaciones antiamericanas, se sabía el hombre fuerte de la
Cumbre y como tal determinó su temperatura y toleró las protestas
de sus adversarios declarándolas como algo natural y propio de las
democracias.
Entonces a pesar de los trucos publicitarios y las distracciones Anticumbre
de viciados periodistas, la Cumbre de Las Américas declaró "crear
trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática",
y reafirmó su compromiso con el ALCA, el libre comercio, a pesar de
las rabietas del engendro Chávez y su pandilla, con su proyecto ALBA,
totalmente ausente de proyectos para los urgentes tiempos de desarrollo que
la América necesita. Hugo Chávez anunció en Argentina
el entierro del ALCA y lo que vimos fue la derrota del ALBA demagógica
de los Chávez, los Castro, los Coca-Evo Morales y los Narco-Maradona
de la izquierda comunista con su arsenal de violencia en el continente americano,
muy parecido al arsenal de violencia de los fundamentalistas islámicos.
Sí, porque las revueltas incendiarias en Francia, es otro problema
y es el mismo. Esa mezcla de odio racial y religioso de o contra los inmigrantes
musulmanes es una bomba de tiempo. La política de economía socialista
y beneficio social creada por el gobierno francés está generando
bajo crecimiento económico y parásitos sociales que viven de
la ayuda estatal. Los inmigrantes musulmanes son aquí una doble carga
social, porque la mayoría mantienen sus costumbres de tener varias
esposas y muchos hijos, porque cada niño recibe dinero de El Estado,
de manera que el padre no necesita trabajar y comienza a vivir a expensas
de lo que reciben sus hijos. La cadena se complica cuando estos hijos crecen
y no tienen dinero y además se les hace difícil conseguir trabajo,
pues el desempleo y la discriminación aumentan. Esto es problema que
no se resuelve llamando a la calma como hace el gobierno francés, se
resuelve con leyes y regulaciones enérgicas y prácticas.
A los violentos no se les llama a la calma, hay que aplicarles la ley. Un
volcán puede estar en calma y por eso no deja de ser un volcán.
Si no se adoptan políticas urgentes con este engendro mezcla de antisemitismo
y antiamericanismo en el mundo árabe, la libertad de occidente estará
más en peligro en esta Guerra mundial contra el terrorismo. Repetimos
que ésta no debe ser una lucha sólo de los Estados Unidos. De
nada le ha valido a Francia su negativa de colaboración en esta guerra
sin cuartel contra los enemigos de la libertad.
La izquierda comunista desestabiliza o aprovecha la desestabilidad que causan
protestas como éstas para penetrar las mentes y establecer su estilo
dictatorial, que, como ya sabemos, no es el de gobernar para todos; sino para
una parte del pueblo contra la otra.
Los comunistas que aún persisten, escasos pero muy violentos, diseminados
por el planeta, esos que roen la raíz del árbol productivo sólo
porque no son devotos de sus frutos, usan las ofensas cuando no pueden usar
la violencia para cercenar las mejores ramas y frutos de la democracia. Por
eso vemos a Chávez insultando al presidente Fox, por no haber servido
en la Cumbre a sus intereses y resabios; vemos a un Castro agrediendo a Europa
por pedir la liberación de los prisioneros políticos cubanos,
a un Mahmoud Ahmadinejad presidente de Irán sentenciando que Israel
debe ser borrado de la faz de la tierra, reviviendo un fascismo pero de guerra
nuclear.
¿Y qué tienen que ver los fundamentalistas islámicos
con los izquierdistas comunistas? Mucho, porque tienen en común los
métodos terroristas, el fanatismo, el totalitarismo, la discriminación,
la intolerancia, el odio visceral de los fascistas hacia aquellos que no profesan
su religión o su ideología. Es un mismo mal de diferentes raíces,
por eso se interrelacionan y apoyan, por eso Castro se arriesga a anunciar
que Irán y Cuba juntos pondrán de rodilla a los Estados Unidos,
por eso apoya a los narcoterroristas de las FARC aliado ahora con Chávez
o a los terroristas palestinos, iraquíes o a los de ETA. Pero están
solos en ese extremo violatorio y antihumano, porque ya empezamos a hablar
de otro izquierdismo definido en la integración y el desarrollo de
los nuevos tiempos, y eso quedó demostrado en el respaldo al espíritu
empresarial desarrollado en la Cumbre. Este izquierdismo se distancia de las
aventuras megalómanas del castro-chavismo y ésta es otra derrota
para los Anticumbres.
En fin que en América la izquierda movilizó a su gente, a la
gente hecha para el comunismo, con todas las aberraciones que implica este
sistema ya colapsado aunque ensalzado por sus aberrantes fanáticos,
esos que se resisten a la idea de dialogar, de tolerar; porque llevan arraigado
entre la envidia y el despotismo, los ingredientes perversos que formulan
el engendro del marxismo-leninismo.
El izquierdismo comunista parece resurgir de un pedazo de ese monstruo maléfico que en las películas de horror se cree exterminado. El espectador ya acostumbrado a estas escenas de fatales resurgimientos quisiera alertar del peligro; pero no puede, porque es sólo un espectador. Pero cuando estamos frente al monstruo tenemos la posibilidad de ser actores y entonces actuar con celeridad y eficacia para exterminar cualquier vestigio que signifique su resurgimiento.
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